Aunque los castillos eran amplios, la vida en ellos resultaba incómoda. El frío constituía el principal problema; para combatirlo se construían enormes chimeneas en todas las habitaciones y se colgaban tapices que evitaban corrientes y atenuaban el frío de los muros y el suelo de piedra.
La gente de esa época se bañaba poco, solo lo hacían los ricos y una vez al mes. Lavaban la ropa dentro de un barril con jabón y le daban golpes con una pieza de madera.
Los alimentos los conservaban con sal o ahumados.
Comían con las manos.
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