El cuerpo del dragón está adaptado para luchar y defenderse: las escamas de su cuerpo le sirven para protegerse, expulsan fuego por la boca, tienen garras y dientes muy afilados, su cola es larga y puntiaguda, y además, pueden lanzar pedos apestosos para aturdir a sus enemigos.
Para derrotar a un dragón es necesario conocer su punto débil: la barriga, ya que es la parte blanda y desprovista de escamas.
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